8 años depues
Me desperté con la familiar sensación de ser aplastada; me retorcí, empujando mi hombro hacia atrás. Liam movió su peso ligeramente. Estaba abrazándome en cucharita por detrás, respirando profundamente en la parte trasera de mi cabello. Su pesado brazo cubriéndome, sujetando mis brazos en mi pecho, sostenía mi mano apretadamente, nuestros dedos entrelazados, su pierna tirada casualmente sobre mí. Podía sentir la usual “gloria matutina” empujando contra la parte más estrecha de mi espalda.
Rápidamente silencié la alarma de mi teléfono y lo codeé en el estómago.
—Seis en punto —murmuré somnolientamente, cerrando los ojos.
—Diez minutos más, Ángel. Todavía estoy cansado —murmuró él, empujándome más fuerte contra su pecho.
—No, no diez minutos más. La última vez se convirtió en una hora y Niall casi te atrapa aquí —murmuré, codeándolo en el estómago una vez más.
Movió su brazo e inmovilizó mis manos en la cama cerca de mi cabeza, en una posición de rezo.
—Sólo diez minutos más, Ángel —se quejó. Suspiré y cerré los ojos de nuevo. No había forma de discutir con él cuando estaba así, simplemente no tenía la energía a esta hora de la mañana para pelear con él. Ambos nos deslizamos de nuevo en el sueño, instantáneamente.
—¡Amber, será mejor que ya estés lista! —gritó mi hermano, golpeando la puerta. Me levanté de un salto y también Liam, eran más de las siete.
—Ehh…sí, ya estoy lista, Niall —grité en respuesta, mirando a Liam que estaba frotándose la cara, aturdido.
—Bien. Voy a desayunar. Date prisa. Liam conducirá hoy así que está lista para irnos en media hora —llamó Niall a través de la puerta, antes de caminar a zancadas por el pasillo.
—Mierda, Ángel , ¿por qué no me despertaste? —acusó Liam, frunciendo el ceño.
Le lancé varias dagas con la mirada.
—¡Lo hice, imbécil! ¡Dijiste “diez minutos más” y luego me inmovilizaste en la cama para evitar que te codeara! —gruñí sarcásticamente, haciendo una mala imitación de su voz.
Él sonrió burlonamente y me empujó de vuelta a la cama, sujetando mis manos sobre mi cabeza y rodando sobre mí.
—¿Te inmovilicé en la cama? ¿Estabas soñando conmigo otra vez, Ángel? Podría hacerte ese sueño realidad —se mofó, con su rostro a centímetros del mío.
—¡Ya quisieras! Ahora, apártate de mí, Liam, y ve a arreglarte. Conduces hoy, al parecer —siseé, asintiendo hacía la ventana. Él suspiró y se levantó de mí, poniéndose sus jeans y camiseta. Trepó por la ventana, silenciosamente, cerrándola detrás de sí al irse. Caminé hacia ella y la aseguré antes de dirigirme a la ducha más rápida de todos los tiempos.
Exactamente veintiséis minutos después, caminé con dificultad hacia la cocina, con el ceño fruncido, Liam estaba allí, apoyándose contra la encimera, comiéndose mis cereales. ¡Maldita sea, todas las mañanas!
Su pelo estaba despeinado en su usual apariencia de “apenas salí de la cama”, que para ser honesta sí lucía así cuando acababa de salir de la cama. Todo lo que hacía siempre era deslizar sus manos por todo su cabello unas cuantas veces y añadirle un poco de cera.
Se veía igual que todas la mañana, como un maldito supermodelo. Usaba jeans desgastados de cintura baja que dejaban ver un poco sus calzoncillos, y siempre hacía que las chicas se derritieran. Hoy estaba usando una camiseta blanca que mostraba su cuerpo perfectamente esculpido. Sus ojos estaban brillantes con diversión mientras me miraba.
—¿Te has quedado dormida hoy, Ángel? —preguntó con una sonrisa de suficiencia.
Le lancé una mirada de muerte, haciéndolo sonreír burlonamente.
—¡Cállate, Liam! ¿Por qué demonios te estás comiendo mis cereales de nuevo? ¿No tienes comida en tu casa? —pregunté, arrebatando la taza de sus manos y comiéndome el contenido. Él sólo observó con una sonrisa divertida.
Niall me lanzó una caja de zumo de melocotón.
—Pareces un poco tensa esta mañana, Ambs. ¿Todo va bien? —preguntó, mirándome un poco preocupado.
Miré seriamente a Liam una vez más mientras él empezaba a reírse. Por supuesto que estaba tensa, tuve media hora para ducharme y vestirme.
—Me quedé dormida —murmuré con un suspiro abatido.
Niall no tenía idea que Liam dormía en mi habitación cada noche, si fuera así, enloquecería. Niall siempre era protector conmigo, siempre lo había sido, pero había empeorado desde que mi papá se fue cuando yo tenía catorce. Bueno, dije “se fue”, pero la verdad era que Niall y Liam habían llegado a casa temprano de hockey un día, para ver que mi padre me había dejado sin sentido, y estaba intentando violarme. Niall y Liam le habían dado una paliza, casi matándolo en el proceso. Lo habían echado de la casa y le habían dicho que si alguna vez regresaba, lo matarían.
Nunca regresó, sin embargo, eso fue ya hace tres años.
Un poco después de eso, mi mamá consiguió un trabajo en una enorme firma electrónica, era la asistente personal del director, así que viajaba mucho. Se iba dos veces más de lo que estaba aquí, de modo que sólo la veíamos por cerca de una semana al mes, si algo. Niall era mi única supervisión, aunque a veces era más como que yo estaba intentando cuidar de él.
Liam también era muy protector conmigo, pero todavía no nos llevábamos bien, incluso aunque él literalmente pasó cada noche envuelto a mi alrededor en la cama por los últimos ocho años. Se había vuelto a escabullir en mi habitación la noche siguiente de verme llorar de nuevo y habíamos terminado durmiéndonos una vez más. Después de dos semanas se había vuelto una cosa normal. No era algo de lo que habláramos nunca, solo dejaba mi ventana sin seguro y él entraba una vez que sus padres revisaban que estuviera dormido.
Jamás nos habían atrapado en ocho años. Habíamos estado cerca un par de veces. Hace un par de años, la mamá de Liam había encontrado su cama vacía, pero él había mentido, diciendo que se había escapado a una fiesta y se había quedado en la casa de un amigo. Nadie sospechó que estaba al lado, conmigo.
Todavía me molestaba muchisimo, igual que como cuando éramos niños, pero yo siempre supe que él estaría ahí para mí si lo necesitaba. Era como si él tuviera doble personalidad. De día, me molestaba, volviéndome loca y haciéndome enfadar todo el tiempo, y de noche, era el chico más dulce en el mundo y me abrazaba, haciéndome sentir segura y a salvo.
—Te ves sexy hoy, Ángel —dijo Liam, con su sonrisa patentada, mirándome de arriba abajo lentamente, haciéndome retorcer.
¡Sí, claro! Mi cabello castaño todavía estaba húmedo porque no tuve tiempo de secarlo por sus estúpidos “diez minutos más”, así que lo tenía recogido en un moño. Me había puesto mis jeans ajustados y una camiseta roja de cuello en V y una capucha, junto con mis Converse. Había añadido lo mínimo de maquillaje, y algo de pintalabios, claro. No me veía sexy. ¡Maldito idiota! Le mostré el dedo del medio y camine hasta su coche. Enfadada, esperé que me honraran con su presencia.
El camino al instituto fue igual que siempre, ellos se sentaron al frente hablando de fútbol y fiestas, y yo me senté en la parte trasera escuchando música en mi Ipod, intentando ignorar las sonrisas de Liam en el espejo. Aparcamos y el coche fue inmediatamente asediado por personas, igual que cada mañana. Liam y Niall eran considerados “jugadores sexis” en nuestro. Eran de último curso y el sueño de toda chica; los chicos querían ser amigos suyos, y las chicas querían dormir con ellos.
Liam se río mientras yo me encogía, saliendo del coche e intentando evadir la horda de zorras que me empujaban porque estaban intentando lanzarse sobre él. Una chica me codeó a propósito. La vi en su pequeña falda que parecia más bien un cinturón y su top que mostraba su estómago, e hice una mueca. ¡Es tan perra!
—Mierda Jessica, ¿dejaste tu falda en casa? —pregunté con un horror fingido.
Ella me miró con el ceño fruncido y escuché a Liam y Niall reírse.
—Ajá, ¿sabes que ese look de emo no te va, cierto? —escupió ella en respuesta.
Sólo me reí y me alejé caminando. Era usual que Jessica y yo tuviéramos este tipo de comentarios para la otra. Ella había salido con Liam por un tiempo, bueno, si por salir nos referimos a tener sexo unas cuantas veces, y luego la dejó. Ella todavía no lo había superado y lo quería de vuelta, más para disgusto de él.
—Eso no fue amable, Ángel. —Liam se rió, mientras me alcanzaba y lanzaba un brazo alrededor de mi hombro. Inclinó su cabeza cerca de la mía—. Lamento lo de esta mañana —susurró en mi oreja, enviando escalofríos por mi columna.
Lo codeé en las costillas, haciéndolo sonreír y apartarse.
—E ignora a Jessica, creo que llevas genial el look emo —añadió, con un guiño coqueto.
Niall lo golpeó en la parte trasera de la cabeza.
—¡Amigo, esa es mi hermana menor! —lo regañó, apartándolo de mí. Liam sólo se rió y me guiñó una vez más, haciéndome poner los ojos en blanco. Se alejó y caminó a lo que parecia ser su última conquista. Le sonrió seductoramente y ella se sonrojó cuando él inmediatamente empezó a coquetear.
Encontré a mis amigos, las chicas prácticamente estaban desnudando a Niall y Liam con los ojos.
—Hola Joss, Louis, Tessa —dije alegremente cuando llegué a ellos.
—Hola Ambs, ¿llegaste aquí con sexy trasero uno y número dos hoy? —preguntó Joss, mirando fijamente a mi hermano mientras se alejaba.
Me reí y sacudí la cabeza.
—No, sólo con Niall y Liam, igual que siempre.
Joss suspiró.
—¿Cómo demonios puedes no afectarte por lo condenadamente sexys que son? Quiero decir, ¡tienes tanta suerte de vivir con Niall! Yo adoraría ver su trasero caminando alrededor todo el día —ronroneó, abanicándose la cara.
Fingí tener náuseas.
—¡Joss, ese es mi hermano y su imbécil amigo! ¿Cómo puedes obviar su comportamiento mujeriego? Ambos son unos idiotas. —Me encogí de hombros. No entendía por qué, pero cada chica en este instituto estaba enamorada de ellos. Niall era una gran persona, pero trataba a las chicas como objetos, y Liam, bueno, Liam simplemente era un imbécil de tiempo completo.
—Son los dos mejores jugadores del equipo de hockey y parecen dioses. Desearía poder “obviar eso” —dijo sugestivamente, moviendo sus cejas con una sonrisita, haciéndome reír. Entrelazó su brazo con el mío y me empujó a nuestra primera clase.
El instituto estuvo bien, como era normal; yo era bastante popular debido al hecho de que mi hermano y su mejor amigo eran los chicos más deseados allí. Ellos cuidaban de mí, lo que básicamente significaba que advertían a todos los chicos que se alejaran, de hecho, me sentaba bien porque yo no quería salir con nadie.
Amaba mis clases, a mis profesores les agradaba porque mis notas nunca iban por debajo de un sobresaliente. Siempre hacía mi tarea y jamás llegaba tarde; me enorgullecía de ello, aunque no era una nerd.
(...)
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