miércoles, 2 de julio de 2014

Capítulo 2, segunda parte.

A la hora del almuerzo, me senté con mis amigos, cuando escuché los usuales suspiros y risitas tontas.

Las chicas empezaron a revisar su pelo y arreglar su maquillaje, de modo que supe que Niall y sus amigos estaban llegando al comedor. Suspiré cuando Joss y Tessa empezaron a babear por ellos.

—¡Oh, genial, sexy trasero número uno está viniendo! —Tessa rió tontamente, codeando a Joss en las costillas.

Puse los ojos en blanco cuando una mano apareció por detrás de mí, robándome un puñado de mis patatas fritas.

—Hola, Ángel —susurró Liam en mi cuello.

Golpeé su mano cuando fue a robar más.

—¡Liam, por el amor de Dios! Ve a comprar tu propia comida, idiota —despotriqué, molesta.

Se echo a reír.

—Oh, sabes que quieres compartir conmigo —respondió, dejándose caer en el banco, empujándome con su cadera.

—Liam, ¿qué quieres? —le pregunté con un suspiro, moviendo el plato lejos de él.

Pasó el brazo alrededor de mi hombro.

—Sólo quería visitar a mi chica. Sé que me has echado de menos sin verme en toda la mañana y eso —dijo engreídamente.

Mis amigas suspiraron.

—Podrías quitar tu brazo de mí, Liam; ¡no quiero agarrarme cualquier cosa! —le regañé, encogiéndome para alejarme.

Se rió de nuevo.

—No seas así, Ángel. Sólo quería hacerte saber que voy a llevarte a casa hoy. Tu hermano tiene una cita, así que…—se calló, sonriéndome.

¡Genial, simplemente genial! Me iba a llevar a casa. Fantástico. Él siempre hacía el trayecto a casa lo más largo posible sólo para molestarme.

Luego, insistiría en esperar en casa hasta que mi hermano llegase, lo que significaba que tenía que cocinar para él también.

—Está bien, Liam. Ahora largo, estoy segura de que tienes alguna ETS más que propagar po ahí —le dije, agitando la mano con un gesto molesto.

Se rió y me dio un beso en la mejilla mientras se ponía de pie.

—Finge todo lo que quieras, Ángel, los dos sabemos que vas a querer que duerma contigo esta noche. —Me guiñó un ojo con malicia, dándole a lo que acababa de decir un doble sentido, y rogué para que nadie más se diera cuenta.

—Claro que querré, Liam, porque estoy tan enamorada de ti. —Suspiré, poniendo los ojos en blanco y frotándome la mejilla donde él me besó.

—Yo también te quiero. —Me sonrió mientras se alejaba de vuelta a la misma chica de esta mañana. Pasó el brazo alrededor de su hombro, sus sucios, asquerosos labios descendieron hasta los de ella. Fruncí el ceño, y aparté la mirada de nuevo a mis amigos cuando comenzó a prácticamente hacerlo con ella en medio del comedor.

Joss, Tessa y la mitad de las chicas del comedor estaban mirándole con lujuria.

—¡Este chico es tan jodidamente molesto! ¿Por qué mi hermano no podía escoger un mejor amigo mejor, alguien que no fuera un arrogante, obsesivo e idiota? —me quejé, lanzando mis manos al aire.

—Oh, ¡deja de llorisquear! Liam Payne acaba de tener su brazo alrededor tuyo y besado en la mejilla, daría cualquier cosa por tener esos labios en mi —dijo Tessa soñadoramente, haciéndome reír.

—Como digáis. Vamos a nuestra próxima clase. —Le sugerí mientras recogíamos nuestras bandejas y nos levantábamos.

Después de clases me dirigí a regañadientes al aparcamiento, donde un sonriente Liam se encontraba apoyado en su coche, esperándome.

—Hola preciosa. —Me guiñó un ojo coquetamente y abrió la puerta para mí.

—Hola Liam. —Me subí a su coche, ya molesta con su actitud, si Niall estuviese aquí lo habría abofeteado.

Subió a mi lado.

—Ángel, tengo que pasar por una tienda de camino a casa. —Puso el coche en marcha y salimos del estacionamiento.

—Genial —murmuré. Decidí mirar por la ventana e ignorarlo; seguía enfadada con él por toda la cosa de “diez minutos más” de esta mañana.

Se detuvo en el aparcamiento de la tienda unos minutos más tarde.

—Vamos, Ángel —dijo, saliendo. Me quedé ahí y crucé mis brazos sobre el pecho, rehusándome a bajar. Caminó alrededor del coche y abrió la puerta —. Vamos, Ángel —repitió, sosteniendo su mano para mí.

—No se necesitan dos para entrar, Liam. Esperaré aquí —respondí. Metió sus manos en el coche y me recogió con facilidad, arrojándome por encima del hombro, riendo. Dio un puntapié a la puerta para cerrarla y comenzó a caminar hacia la tienda—. Ponme abajo, ¡imbécil! —grité, golpeándolo en la espalda.

Él sólo se reía de mis escasos intentos de bajar, y siguió caminando. Una vez en la tienda, finalmente me puso en mis pies. Miré alrededor, avergonzada, para comprobar si alguien vio eso, pero parecía que no. Alargó la mano y metió algunos mechones de pelo suelto detrás de mi oreja.

Golpeé su mano fuera de mi cara y lo miré enfadada.

—¡Eso fue vergonzoso! —siseé.

—¿Cuál es el problema? A la mayoría de las chicas les encantaría que les hiciese eso —replicó, encogiéndose de hombros y yendo hacia las revistas.

Pisoteé con el pie, luego me ruboricé porque había hecho como un niño pequeño; por suerte, Liam no miraba, de lo contrario nunca hubiese oído el final de esto. Agarró una revista de deportes y una barrita de chocolate y se dirigió al mostrador para pagar.

Estaba felizmente hojeando la TeenVogue cuando dos chicos se acercaron a mí. Me puse tensa.

—Eh, hola, aquí. —Dijo uno de ellos. Asentí con la cabeza en reconocimiento y puse la revista de vuelta, alejándome con rapidez en busca de Liam.

—Ey, ¿A dónde vas? —preguntó el otro, cogiéndome mi mano.

Mi corazón empezó a acelerarse mientras miraba alrededor, frenéticamente.

—Estoy buscando a mi novio —le mentí, tratando de sonar segura.

—¿Novio? No veo ningún novio —dijo el otro, burlándose de mí—. ¿Qué tal si vamos a alguna parte y nos conocemos mejor? —ofreció el chico que estaba sujetando mi mano, tirándome hacia él lentamente.

Me sentí mal. Oh Dios, Liam ¡ayúdame! Sé que soy patética, pero odio los enfrentamientos y que la gente me toque, especialmente gente que no conozco.

—Ey, Ángel —dijo Liam, poniendo su brazo alrededor de mi hombro y mirando a los dos chicos, que de inmediato soltaron la mano y dieron un paso atrás. Me acerqué al lado de Liam y me presioné contra él con tanta fuerza que dolía—. Espero que no estuvieran molestando a mi chica —dijo casualmente, pero podía oír el enfado en su tono de voz. Liam siempre me ha protegido; una vez un chico me empujó en un charco cuando tenía siete y Liam fue directamente a la casa del chaval y le dio un puñetazo en la cara.

—De ninguna manera, hombre. Estábamos hablando, eso es todo —El chico mintió, levantando las manos inocentemente.

—Está bien. Vamos entonces, Ángel, nos vamos a casa —dijo Liam, guiándome hacía la puerta. Una vez fuera, se giró para mirarme—. ¿Estás bien? —preguntó, revisándome preocupado. Estaba bien, mi corazón se detuvo de tratar de salir de mi pecho tan pronto como oí su voz.

Asentí y le sonreí gratamente.

—Gracias —murmuré. Abrió la puerta del coche y esperó a que subiese antes de rodearlo hacia su lado. Una vez dentro arrojó algo en mi regazo, miré y era la barrita de mi chocolate favorito. No pude evitar sonreír—. Gracias, Liam. —Él siempre hacía cosas dulces como comprarme chucherías, era una lástima que fuese un idiota.

Cuando llegué a casa, fui directamente a trabajar en la lasaña para cenar. Liam se cernía detrás de mí alrededor de la cocina, haciéndome sentir violada mientras miraba mi cuerpo.

—Por el amor de Dios, Liam, ¡Mis ojos están aquí! —dije airadamente señalando la cara.

Se rió.

—Wow, estás verdaderamente de mal humor conmigo hoy, ¿eh? —bromeó, sonriendo.

—Si lo estoy. No puedo creerme lo de esta mañana. No me gustan las prisas; me he visto y sentido como una mierda todo el día —dije con acritud.

—Creo que te has estado sexy todo el día —respondió, encogiéndose de hombros.

—ugh, ¿puedes dejar de hablarme? No estoy de humor. —Tiré la comida en el horno y me puse a preparar un poco de ensalada.

—Bien, como digas. —Se encogió de hombros otra vez y vino a mi lado, ayudándome a preparar la ensalada. Estaba tan cerca de mí que podía sentir el calor que irradiaba de su cuerpo al mío, era extrañamente calmante.

—Voy a ir a hacer los deberes. La lasaña estará hecha en una hora y media; imagino que te quedas a cenar —dije. No era una pregunta, sabía que lo haría. No estoy segura de que Niall le pidiese que se quedara conmigo cuando él estaba fuera, pero Liam lo hacía siempre de todos modos.

—Claro, viendo cómo me lo preguntas tan educadamente. —Sonrió.

—No estaba preguntando —gruñí sarcásticamente mientras me giraba para alejarme.

Me agarró la mano y se acercó a mí, estaba tan cerca que mi pecho tocaba el suyo, podía sentir su aliento soplando en mi cara.

—Ángel, lo siento por lo de esta mañana. Por favor deja de portarte como una perra conmigo, no te pega —dijo en voz baja.

Respiré hondo y suspiré.

—Está bien, si, lo siento también. Supongo que he sido una zorra —admití, tratando de apartar la mirada de sus hermosos ojos chocolate.

—Así que, ¿estoy perdonado? —preguntó, sonriendo.

Me gustaba este Liam, el que me cuidaba, el que era diferente cuando estábamos por nuestra cuenta. Me puso su adorable carita de cachorro a la que no podía decir que no, y sentí a mi voluntad de ódiarlo, desmoronarse.

Me reí y puse los ojos en blanco.

—Lo que digas, pesado. Voy a ir a hacer los deberes antes de cenar. —Me empujé fuera de su retención y me alejé rápidamente.

Era raro estar cerca del él de esa manera, todavía podía sentir el hormigueo de electricidad fluyendo a través de la mano donde nos habíamos agarrado, todavía podía oler su dulce aliento que había soplado en mi cara. No tenía ni idea de la atmósfera tan rara de la cocina; todo era muy confuso. Negué con la cabeza y saqué mi tarea de cálculo, tratando de empezarla por lo menos.

Después de cenar en silencio, terminé mi tarea. Sólo eran las ocho y media así que Liam decidió poner una película. Puse Destino Final, y nos sentamos en el sofá a verla. Me sentí un poco incómoda por alguna razón que no podía entender. Estaba sentada aquí como siempre, pero algo se parecía diferente. Lo miré a escondidas varias veces, estaba sentado ahí viendo la película, con una pierna doblada sobre la otra, el brazo colgando casualmente en el respaldo atrás mío.

Ninguno de los dos se movió hasta que la peli terminó. Ahogué un bostezo.

—Creo que me voy a la cama, Liam, estoy muy cansada. —Murmuré, levantándome y estirándome como un gato. Cuando lo miré de nuevo, me di cuenta de que me estaba observando atentamente. Me aclaré la garganta ya que todavía seguía viéndome con una expresión extraña en su cara.

—Oh, bien, sí, está bien. Voy directo a casa entonces, estaré de vuelta en media hora —dijo, poniéndose de pie para salir.

Lo seguí y cerré la puerta detrás de él, un poco desconcertada. ¿Por qué era todo tan tenso y extraño entre nosotros esta noche? Sería probablemente porque estaba tan molesta con él esta mañana que hice las cosas un poco torpes.

Me cambié rápidamente a una camiseta sin mangas y pantalones cortos, me lavé los dientes y me metí en la cama. Estaba fría y era demasiado grande, al igual que cada noche. Después de unos veinte minutos o algo así, escuché a mi ventana deslizarse y cerrarse de nuevo. Ropas cayendo al suelo y luego la cama se hundió detrás de mí.

—Ey, ¿estás dormida? —susurró.

—No, todavía no —murmuré.

Levanté la cabeza para poder poner uno de sus brazos bajo mi cuello. Apretó el pecho contra mi espalda y envolvió su otro brazo alrededor de mí, lazando una pierna sobre la mía. Le oí suspirar mientras me retorcía para acercarme más a él, me encantaba que Liam durmiera conmigo. Mi cama parecía mucho más incómoda sin él.

—¿Qué pasa? —pregunté, tirando de sus brazos apretados a mi alrededor y presionando mi rostro en su brazo, oliendo su increíble aroma.

—Nada, Ángel. Sólo estoy cansado, eso es todo —murmuro contra la parte posterior de mi cabeza, presionando sus labios en mi pelo.

—Está bien. Buenas noche, Liam —susurré, besando su brazo.

—Buenas noches, Ángel —respondió, besando mi cabeza.

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