Me desperté por la mañana con un dolor de cabeza punzante. Mi teléfono móvil estaba sonando en algún lugar cercano. Extendí mi mano para cogerlo, pero no lo podía alcanzar. Me estiré un poco más y logré golpearlo sobre la cama para que lo pudiera responder.
— ¿Hola? —bostecé.
— ¡Amber! ¿Dónde diablos estás? Se supone que debemos estar practicando —una voz de hombre gritó enfadada. Hice una mueca lejos del sonido y traté de levantarme, pero Liam estaba lo suficientemente cerca encima de mí. Me estaba fijando en mi estómago, el brazo y la pierna echada sobre mí, él estaba usando mi espalda como una almohada. En realidad, era sorprendentemente cómodo.
— ¿Justin? —dije con voz ronca, mirando mi reloj de alarma, pero los números eran borrosos, no los pude distinguir. Cerré los ojos luego los abrí para ver que eran las 8:42 am. ¡Mierda!
—Sí, ¿quién demonios crees que iba a ser? Se supone que estarías aquí a las ocho treinta, Amber. ¿Vas a venir o qué?
—Oh, sí, estoy en camino.
Liam gruñó.
—Dile que es sábado Ángel y estoy cansado —se quejó en mi espalda haciéndome dar risitas.
—Escucha, Amber, patea a ese pedazo de mierda fuera de tú cama y ¡vente para acá! Tenemos una nueva coreo y necesitas aprenderla —dijo Justin, sonando divertido ahora, él obviamente había escuchado a Liam.
Justin era la única persona que sabía que Liam se estaba quedando conmigo, él no sabía la historia completa así como porque, pero sabía que lo hacía.
Liam me llevaba a mis ensayos de baile todos los sábados, con resaca o no. Sus dos condiciones eran que yo comprara su almuerzo, y no le dijera nada mi hermano. Las cuales estaban muy bien. Niall sabía que yo bailaba, pero nunca me había visto hacerlo, tenía la sensación de que no le gustaría mucho si lo hacía. Liam y Justin se llevaban muy bien.
—Voy a estar allí en un momento y voy a comprar donuts para disculparme, ¿de acuerdo? —le ofrecí dulcemente. No quería que se molestara conmigo toda la mañana, ya que me haría trabajar dos veces más duro. Suspiró.
—Bien, date prisa.
—Liam, Justin dijo que tengo que patear tu culo caliente fuera de mi cama y llegar rápido. —Me reí entre dientes. Él gimió y enterró su cara en mi espalda.
—Maldición, los sábados son un dolor en el culo —murmuró, rodando sobre su espalda. Volví la cabeza para mirarlo, él me estaba dando su sonrisa marca registrada.
—Tu camiseta está levantada un poco allí. ¿Quieres que baje eso por ti? —preguntó, mirando a mi trasero.
Rápidamente tiré mis manos hasta sentir que su camiseta que llevaba puesta, ya se había levantado alrededor de mi cintura, lo que significaba que él tenía una visión clara de mi parte trasera. No sabía muy bien donde estábamos después de anoche, pero creo que tenía derecho a tomarle el pelo un poco. No es como que nunca me había visto en mi ropa interior antes, vio lo suficiente de mí ayer por la noche mientras estaba enferma,
—No, gracias. Ya lo tengo. —Salí de la cama y me quité su camiseta, arrojándosela a la cara, así que estaba allí de pie en mi ropa interior —. Gracias por el préstamo —le dije con una sonrisa, caminando seductoramente a mi armario, tratando de encontrar algunos pantalones de chándal o algo que podría llevar a bailar, lo oí jadear.
—Por lo tanto, ¿se me permite tocarte hoy? —preguntó en voz baja.
Vaya, ¿está realmente pidiéndome permiso? Me volví hacia él, estaba de pie justo detrás de mí en tan sólo sus calzoncillos, pareciendo un dios griego.
—Um... No sé... ¿Quieres? —le pregunté, un poco insegura de mí misma.
Él había estado con muchas chicas antes, todos ellas probablemente más guapas que yo, y ese fue mi primer beso de verdad la noche anterior por amor de Dios, apuesto a que ¡apestaba majestuosamente en eso! Asintió con la cabeza con impaciencia, y sus ojos estaban clavados en los míos. Ni siquiera estaba mirando a mi cuerpo a pesar de que estaba casi desnuda, lo cual hizo que mi estómago diera un tirón por alguna razón.
Me puse rígida mientras levantaba sus manos, poco a poco, dándome la oportunidad de detenerlo, él las puso en mis caderas. Su toque envió un sofoco a mi piel y mariposas a mi estómago. Me empujó hacia delante en su pecho, arrastraba sus dedos lentamente alrededor de mi espalda, por un lado agarraba la parte de atrás de mi cuello suavemente y la otra mano haciéndome cosquillas en su camino hacia abajo. Me pasó la mano por el trasero con suavidad, sólo una vez, antes de volverla a subir gradualmente y ponerla en la parte baja de mi espalda.
Sus ojos no abandonaron los míos todo el tiempo. Me quedé allí, congelada, sin saber realmente lo que debía hacer.
Todo esto era tan totalmente nuevo para mí y estaba asustada, pero en el buen sentido de alguna manera. Inclinó la cabeza lentamente y sentí que mis ojos se agrandaban, a la espera de que sus suaves labios hicieran contacto con los míos. Justo cuando estaban a punto de conectar, mi celular volvió a sonar, haciéndonos saltar. Miramos el teléfono, mi corazón estaba regresando lentamente a un ritmo normal cuando empecé a volver a la realidad. Liam estaba mirando el teléfono, y tuve la impresión de que estaba tratando de disparar rayos láser de los ojos para que dejara de sonar. Me reí de su expresión exasperada y me aparté de él para responder. El identificador de llamadas, dijo Justin, una vez más. Suspiré y lo abrí.
— ¡He dicho que estoy en camino! —puse los ojos en blanco a pesar de que sabía que no podía verme.
—Sólo para asegurarme que tú y tú amigo culo caliente no se vuelvan a dormir —dijo con una sonrisa mientras colgaba.
Cerré el teléfono y volví a mirar a Liam, él seguía observándome, pero se estaba vistiendo al mismo tiempo. Le sonreí y devolvió la sonrisa, que era agradable. Por lo general, se transformaba en Liam el imbécil del día, burlándose de mí casi tan pronto como me despertaba, pero hoy parecía diferente. No pude evitar preguntarme cuánto tiempo duraría. Fui a mi armario y cogí un par de leggins negros y un top blanco ajustado que apenas me cubría, agarré ropa interior fresca y fui al baño a cambiarme. Mientras caminaba junto a él, me agarró la mano, haciendo que me detuviera.
—Sabes que tienes el trasero más sexy en el mundo, ¿verdad? —susurró, justo antes de que presionara sus labios con los míos ligeramente, enviando lo que se sentía como relámpagos en todo mi cuerpo.
Cuando me soltó, lo miré un poco sorprendida.
—Sí, apuesto a que se lo dices a todas las chicas —murmuré, sacudiendo la cabeza y caminando dentro del baño cerrando la puerta y tomando una respiración profunda.
¿Qué me pass? ¿Por qué él estaba haciendo que me sienta así? ¡Es Liam por amor de Dios! Él te va a aplastar y vas a terminar como esa maldita puta Jessica, rogando por su atención una vez que él haya terminado y conseguido lo que quería.
Pero él no me haría eso a mí. Había pasado toda la noche conmigo por los últimos ocho años. Lo necesitaba para poder dormir, él mantuvo las pesadillas alejadas de mí. Él no me haría daño, ¿verdad? Confío en él para mantenerme a salvo, pero ¿podría confiar en él con todo mi corazón? Sabía que la respuesta a eso era que no, no podía, pero por alguna razón quería. Cuando salí del cuarto de baño se había ido, pero esto no fue una sorpresa.
Me acerqué a mi ventana para bloquearla como de costumbre y vi una pequeña margarita blanca en la repisa de la ventana. Miré por la ventana y sonreí, estas flores crecían a las afueras de mi ventana, tiene que haber cogido una para mí cuando salió, y la dejó allí sabiendo que la vería cuando cerrara la ventana. Mi corazón dio un vuelco y sonreí, un poco confundida. No era costumbre de Liam hacer esas cosas.
Suspiré mientras metí la pequeña flor en mi cola de caballo y luego me dirigí a la cocina, tomando dos cajas de zumo. Garabateé una nota para Niall diciéndole que había ido a bailar, y que le ayudaría a limpiar más tarde si dejaba que Tessa y Joss vinieran a ver una película esta noche. Era una especie de soborno.
Todo lo que él tenía que hacer era aguantar a dos chicas coquetas alrededor de él y Liam toda la noche, ya que por lo general él se acercaba demasiado, si no tenía una cita.
Salté fuera de la puerta de entrada al coche de Liam que estaba esperando fuera de mi casa.
—Toma—dije, dándole la bebida.
—Gracias. Toma. —Sonrió, y me entregó una rebanada de pan tostado.
Me eché a reír.
—Ese es un cambio bastante bueno —le dije, sonriéndole y comiendo—. Oh, tengo que ir a Benny y comprar rosquillas. —Lo miré esperanzada mientras conducía por la calle. Él asintió con la cabeza y aún estaba radiante.
— ¿Por qué tan feliz hoy? —pregunté con curiosidad por saber por qué sonreía tanto. No podía haber dormido mucho y sabía que él estaba todavía cansado, me di cuenta por sus ojos.
—Tuve una buena noche ayer eso es todo. Finalmente anoté con una chica muy sexy a la que he estado siguiendo desde hace tiempo. —Me guiñó un ojo, su sonrisa auténtica cambiada en su sonrisa estúpida.
Mis entrañas se sentían como si alguien hubiera empujado una moto-sierra en mi estómago. Había conectado con alguien, y luego ¿vino a mí en la cama? ¡Qué idiota estúpido! Lo besé, y él ¡había utilizado una chica para tener relaciones sexuales antes de eso! Uf, estúpido gigoló, sabía que no debería haber esperado algo diferente. Me di la vuelta para que no pudiera ver que estaba herida, y miré por la ventana, negándome a llorar. El llanto es para los débiles. Casi nunca dejaba que nadie me viera llorar, pero algunas personas traspasaban las defensas que había construido, así que no podía evitarlo. Él se detuvo delante de Benny y salté, con ganas de estar lejos de él. Pedí veinte donuts en toda la variedad de chocolate, porque eran mis favoritas. Cuando llegué al coche, Liam sonreía.
— Wow, ¿tienes suficientes? —bromeó, mirando a las dos grandes cajas que tenía en mis brazos.
Me limité a asentir y encendí a la radio.
—Me gusta esta canción —mentí, no tenía idea de lo que era, pero no quería hablar con él. Me lanzó una mirada extraña.
—Odias el reggaeton —dijo, frunciendo el ceño y bajándole el volumen.
En realidad, estaba en lo cierto, odiaba eso, pero me gustaba más en este momento que hablar con él, puto mentiroso.
Nos detuvimos en las afueras del estudio donde mi grupo ensayaba todos los sábados, nosotros éramos un equipo de baile de la calle y éramos bastante buenos. Habíamos entrado en una batalla de baile la semana pasada contra otros diez equipos de la zona y habíamos llegado en segundo lugar, ganando más de $1.000 en premios. No es que hayamos visto nada del dinero, se fue directo al estudio, los uniformes, la música... Me encantaba el baile, danza callejera era mi favorita y todo lo que era con un ritmo de hip hop tiene mi voto. Siempre había sido mi sueño desde que era una niña tener mi propio estudio de baile, tal vez algún día me gustaría llegar allí, pero parecía muy poco probable.
—Ey, chicos lo siento, me quedé dormida —dije, mirando a todos ellos disculpándome, mientras entraba.
Justin me dio un gran abrazo y traté de no retroceder lejos de él.
—Está bien, supongo que habras estado ocupada con aquel pesado de allí. —Señaló a Liam.
Rodé los ojos y puse las rosquillas sobre la mesa, tomando una de chocolate con rapidez antes de que todos fueran y se las acabaran. Me dirigí a saludar a los otros chicos. Había ocho personas en nuestro equipo, cuatro chicas y cuatro chicos.
Estaba feliz de hablar con los chicos, cuando Justin llamó a todos para empezar.
—En vista de que ya estamos con cuarenta y cinco minutos de retraso porque alguien no podía arrastrar el culo de la cama a tiempo, es mejor que empecemos —afirmó, lanzándome una mirada fingida y haciéndome reír.
Nos pusimos a trabajar en una nueva coreo bastante complicada, e incluso tenía algunas elevaciones que daban miedo. La peor fue cuando estaba en los hombros de Ricky y tuve que dar la vuelta, y girar en el aire, así que quedaba mirando hacia atrás, entonces él me atraparía mientras caía hacia su cuerpo. Casi al instante, tenía que envolver mis piernas alrededor de su cintura antes de inclinarme totalmente hacia atrás poniendo los brazos en el suelo y rodar mi cuerpo en este.
Por suerte, teníamos colchonetas, Incluso me tomó más de una hora aterrizar una vez, y déjame decirte que, incluso aterrizar en la espalda o el estómago en una colchoneta, duele, sobre todo si el musculoso chico que se supone que te atraparía, aterriza en la parte superior de ti.
Después del intento número veinte, empujé a Ricky fuera de mí, riendo. Ni siquiera podía levantarme estaba tan cansada, el sudor me corría por la espalda
—Está bien, oficialmente renuncio a esto por hoy. Me duele la cabeza, me duele la espalda, el trasero, los brazos y las piernas —me quejé, yaciendo al igual que una estrella de mar en la colchoneta.
—Está bien, es casi la una de todos modos, así que será mejor que despejemos el estudio —dijo Justin, tendiendo la mano para ayudar a levantarme. Negué con la cabeza, riendo.
—No puedo. Sinceramente, no puedo moverme —murmuré, cerrando los ojos, tratando de recuperar el aliento.
(...)
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